Ahogado el niño…
En Simec, luego de la tragedia con una olla de vaciado, no con una caldera como se dijo, ahora sí quieren tener medidas de seguridad porque ni los empresarios no las autoridades habían pensado en que los trabajadores son personas y merecen respeto
Ahora sí, todos corren, todos quieren cumplir con las normas, y es que, con el respeto que se merecen las familias de los trabajadores fallecidos en Simec por la caída de una olla de vaciado donde había escoria fundida y posterior explosión, ahora sí la empresa dice que habrá seguridad.
Uno o dos fallecidos al año que se escondían y que la empresa pagaba engañando a los dolientes, nula seguridad laboral, el sindicato haciéndose de la vista gorda las autoridades en lo suyo sin exponer lo que realmente pasaba y la necesidad de las familias era lo que tenían operando mal a esa empresa.
De hecho, la realidad que se contó el día del accidente ni siquiera fue la verdad, porque no fue una caldera la que explotó, fue una olla de vaciado que contenía al menos 6 toneladas de material derretido muy similar a la lava, según lo expusieron trabajadores, lo que cayó y quemó a los obreros.
Literalmente, murieron quemados casi al instante, la explosión ocurrió una hora y media después de que ya los trabajadores habían muerto, pero gracias a esa explosión todos se dieron cuenta de lo que había ocurrido, de no haber sido así, seguramente el desastre también se habría ocultado.
No es posible que ahora sí los empresarios se digan los super responsables y que van a dar seguridad, si decenas de familias claman porque la empresa se clausure, porque el peligro no solo está adentro.
¿qué hay de las lluvias ácidas que llegan hasta Tzompantepec, los enfermos renales por el agua que contamina el acero expuesto a suelo abierto, qué hay de los gases que por las noches despide la empresa cuando funde acero? Eso también es consecuencia de que ni siquiera le sirve el filtro y nadie lo inspecciona.
Y lo que digo lo sé, porque tuve la oportunidad de entrevistar a la viuda, a la madre, a la suegra y a los abuelos de los fallecidos, así que, ni toda la verdad se dijo ni toda la verdad se dirá, mucho menos cuando hay intereses de por medio, pero, por lo mientras, las condiciones laborales de esas personas, las que siguen trabajando, probablemente mejorarán.
Pareciera que hacía falta que en Simec ocurriera uno de los más grandes accidentes laborales en México para que los empresarios y las autoridades del trabajo entendieran, al fin, que los trabajadores también son personas y que, así como los que están en las oficinas, también tienen derechos y, hablando de derechos, Derechos Humanos ni se metió.