OpiniónPORTADA

LA RADICALIZACIÓN DE LAS PROTESTAS FEMINISTAS

Por José Luis Ramírez Romero

El saldo de la marcha conmemorativa del 8 de Marzo (8M), Día Internacional de la Mujer, amerita una profunda reflexión.

La radicalización de las protestas feministas es una realidad que no debe ser soslayada.

Es la consecuencia de un largo tiempo de desatención de demandas y de falta de solución a problemas estructurales en la sociedad moderna.

Las manifestaciones de mujeres, tanto moderadas como radicales, son síntoma de la impunidad y la ausencia de resultados contundentes ante sucesos relacionados con la falta de condiciones de equidad y de garantías de justicia.

Ya no es suficiente la enumeración de logros y acciones de gobierno para expresar avances en la atención de la “deuda histórica” con las mujeres.

El estudio de las tendencias estadísticas y de la comprensión de los fenómenos sociales ligados a la violencia de género advierte que el diseño de las políticas de atención a este sector es deficiente, porque quedó rebasado.

Realmente, hay una expectativa muy alta que está lejos de ser cumplida mediante acciones convencionales que ya dieron de sí.

El vandalismo, incluso las expresiones de segregación de los hombres, son efectos que prometen escalar más en el futuro si la respuesta de las autoridades incumple demandas legítimas. Basta revisar las redes sociales para observar que la movilización de las mujeres dispuestas a defender sus derechos no se contiene.

Y en este sentido, conviene no perder de vista que el foco de la discusión no puede ser la forma de las manifestaciones, cuyo debate ahonda la polarización y desdibuja su propósito, sino su rechazo a las expresiones de violencia que sufre la mujer.

Los daños causados al final de la marcha del 8M en el centro de la Ciudad de Tlaxcala generaron encono. Pero no dejan de ser un recordatorio de uno de los grandes pendientes que tiene nuestra sociedad.

Es fácil caer en la tentación de censurar la libertad de las mujeres, de alegar provocaciones a la autoridad o de criticar el movimiento feminista, si se deja de lado la visión profunda para identificar que el origen de esta dura crítica se relaciona con la incapacidad de las instituciones para satisfacer necesidades específicas de una parte de la población.

El gobierno de Lorena Cuéllar tiene la oportunidad de dar un golpe de timón en el diseño y conducción de políticas abocadas a responder a las demandas de las mujeres. La Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM) fue un paso relevante, un gesto de auténtica voluntad política para responder al reclamo acumulado de las víctimas de este fenómeno.

Sin embargo, este mecanismo de protección de los derechos humanos de las mujeres, por sí mismo, no salda la referida “deuda histórica” con el sector. Implica un amplio esfuerzo institucional por expresar, permanentemente, resultados ejemplares, lejos de cualquier retórica popular.

CERRANDO FILAS.

Ante las diversas convocatorias de colectivos feministas para movilizarse el 8M, la gobernadora Lorena Cuéllar tomó la iniciativa y convocó a las agrupaciones a respetar el patrimonio cultural e histórico de los tlaxcaltecas.

El mensaje que emitió en víspera de esta fecha resultó valioso, pues, por un lado, garantizó el derecho a la libertad de reunión pacífica y de expresión de las manifestantes, y por otro, anticipó medidas de protección a los inmuebles ubicados en el centro histórico, de cara a la realización de dos importantes justas deportivas: Tour Mundial de Voleibol de Playa, y la final de la Copa del Mundo de Tiro con Arco, y destaca sus beneficios para superar la pandemia.

La jefa del Ejecutivo estatal legitimó su actuación con oportunidad y sensibilidad al convocar a representantes de la Comisión de Derechos Humanos y de los medios de comunicación para que atestiguaran su “movimiento legítimo”, y al reconocer que “estos movimientos impulsan la acción a favor de la igualdad de género”.

Lo anterior, recibió el apoyo de Presidentas Municipales, Síndicas, Regidoras y Presidentas de Comunidad emanadas de Morena, junto con mujeres que forman parte del Comité Ejecutivo Estatal (CEE) del partido. También, recibió el respaldo de 15 legisladoras y legisladores de nueve de las 10 fuerzas políticas representadas en el Congreso local, así como de 11 empresarias locales de los ramos comercial y de servicios.

Lo que en otras circunstancias pudo ser una crisis, se convirtió en una oportunidad para reafirmar un inevitable ejercicio de autoridad.