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Como en la biblia

  • Corren a fiscal, por hacer negocio del templo de Zacatelco, lo rescata a conveniencia la policía municipal, es tío del alcalde

Cual pasaje bíblico se vivió el Domingo de Ramos en la cabecera municipal de Zacatelco, cuando feligreses acusaron al fiscal del pueblo, Ignacio Liborio Escalante, de “hacer negocio” en la iglesia y lo echaron a empujones del templo.

El ambiente fue tan tenso que elementos de la dirección de seguridad pública y de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) tuvieron que montar un operativo para ponerlo a salvo, y el helicóptero de la policía estatal estuvo sobrevolando la zona por espacio de casi una hora vigilando que la situación no se saliera de control.

Aunque el conflicto más que social fue meramente político, los zacatelquenses que llegaron para manifestarse en contra del supuesto actuar del fiscal coincidieron en que no permitirán que la parroquia continúe siendo “la caja chica” de quienes llegan solamente para beneficiarse económicamente, aunque entre los pobladores es sabido que esto se ha repetido constantemente y que un puesto en la iglesia sirve de trampolín para aspiraciones futuras.

También hicieron saber que el fiscal llegó al cargo apoyado por el presidente municipal, pues este es su sobrino político y ha utilizado sus “influencias” para decir que nadie le puede hacer nada, pues cuenta con el respaldo de la autoridad local.

Esto se vio cuando los policías municipales lo pusieron a salvo, pues al retirarlo de la zona de riesgo no lo subieron a una patrulla y se lo llevaron, como comúnmente se hace cuando se aplica el protocolo de seguridad vigente, sino que las instrucciones fueron resguardarlo en el edificio de la presidencia municipal.

Este reportero cuestionó el por qué haría eso, y fue entonces cuando los municipales reaccionaron y decidieron trasladarlo en una camioneta de la dirección de seguridad pública para alejarlo del lugar.

Los policías estatales, quienes solo se limitaron a resguardar el orden, también se cuestionaron el por qué los municipales insistieron en llevarlo a la alcaldía, sabiendo que probablemente y ante el enojo de los pobladores, podían arremeter contra el edificio y empeorar la situación.

Con esto quedó más que claro que Hildeberto Pérez quiere tener el control de la iglesia través de su tío, o al menos es uno de sus protegidos y sí está por encima del pueblo, como dice, pues casi es seguro que, si se tratara de otro habitante, diría que él no tiene injerencia en los problemas religiosos y no hubiera mandado de inmediato a la seguridad y mucho menos hubieran rescatado a nadie para llevarlo al edificio del ayuntamiento.

Mal por Hildeberto Pérez, el cachorro, como le dicen, pues si quiere navegar con bandera de buen samaritano, sus decisiones no se lo permiten y, como dirían coloquialmente, una raya más al tigre, pues ahora no solo están molestos con el fiscal, sino con el alcalde por meter sus manos y hacer notar su avaricia de poder.

¿No será que, como dicen, el que mucho abarca poco aprieta? Y que lo que realmente está saliendo a la luz pública es un problema que va más allá de sus malas decisiones… mental pudiera ser, algunos médicos suelen llamarle delirio de grandeza.