OpiniónPORTADA

Cachorro chapulinesco

  • A la usanza del Chapulín Colorado, al cachorro le salieron bien las cosas, y lejos de perder resultó ganando, mientras sus movimientos, como decía aquel personaje ficticio, fueron «fríamente calculados»

Esta ocasión, apreciable lector, será inevitable hablar sobre lo acontecido hace unos días en el municipio de Zacatelco, es referencia obligada retomar y analizar lo que sucedió y, sobre todo, dar crédito a quien corresponda por tan confuso embrollo que, además, terminó beneficiando a quien menos lo esperaban.

Y si bien podemos hacer una comparativa de lo que aconteció con hechos del pasado, muy personalmente lo transportaría a un capítulo de aquella serie de comedia de los años 70´s del siglo pasado protagonizada por Roberto Gómez Bolaños “Chespirito”, cuando aparecía vistiendo un traje rojo con antenitas de vinil, según decía, y un enorme corazón en el pecho.

Así es, el Chapulín Colorado, aquel personaje que entre tantas tonterías terminaba actuando bien, por casualidad o por descuido de sus adversarios las cosas salían como él quería, rematando con la icónica frase “no contaban con mi astucia”.

Así, igual le sucedió al presidente municipal de Zacatelco, Hildeberto Pérez, quien después de tanto golpe y catorrazo no terminó siendo el héroe, pero sí con los dados a su favor o al menos con lo que él piensa que es una pequeña victoria de su parte, pues sus movimientos estaban “fríamente calculados”.

Lo explico: darle el control de la seguridad a la policía estatal le quedó como anillo al dedo, pues él mismo ya no encontraba la forma de recuperar el control de la corporación que ya estaba desgastada y mal vista por la ciudadanía; le ahorraron tener que decirles a todos que ya no estaba a gusto con su trabajo.

Quitar poder a su hermano incómodo también fue una forma de desahogar una preocupación, y no es que él no pudiera despedirlo, sino que hay pactos que no se pueden romper, sobre todo cuando son de sangre.

los grupos contrarios quedaron mal, finalmente, pues se vio el descaro con que llevaron un acto político a un conflicto social, lo bueno es que los zacatelquenses se dieron cuenta y no los apoyaron.

Lo de los golpeadores, eso sí queda en entredicho, pero seguro estoy de que, como han hecho en otros municipios, aunque investiguen no encontrarán nada, pues ni son parte del ayuntamiento, ni del pueblo, y serán contratados cada vez que se necesiten.

Finalmente, el objetivo era mostrar músculo, y sus adversarios no lo consiguieron cuando tres veces mandaron a tocar las campanas de la iglesia para que los vecinos se reunieran en contra del alcalde; “síganme los buenos” una vez más fue para el que tiene el poder del ayuntamiento, a pesar de sus tropiezos.

Así que, tal como ocurría en cada episodio del Chapulín Colorado, a pesar de los tropiezos, los golpes y las descalabradas, siempre había un argumento para decir que todo era intencional, que todo era para despistar al enemigo y, al final, ya azorados y cansados, solos se rendían.