OpiniónPORTADA

LA CAPITAL, SIN VISIÓN NI RUMBO

Por José Luis Ramírez Romero

Gobernar una capital implica un doble reto para los alcaldes: no gobiernan un municipio más, sino el territorio donde se gesta la competencia política en el estado.

Por esa razón, una capital requiere una propuesta de política gubernamental diseñada en función de tal circunstancia.

Su sola situación en el mapa del poder político debería motivar la aspiración de ser ejemplo de vanguardia para el resto de las comunas. Desafortunadamente, no es así para la ciudad de Tlaxcala.

Sí, en las últimas décadas, la capital del estado ha sido referente de la lucha del poder político en la entidad. Llegó a considerarse el último gran bastión del PRI, hasta que llegó brevemente el PAN, y volvió a instalarse el tricolor.

Sin embargo, en las postrimerías del viejo régimen, la falta de políticas urbanas claras, integrales y coherentes, se hizo más evidente. Los otrora partidos hegemónicos, y los gobernantes surgidos de sus filas, se alejaron de los ciudadanos y sus demandas, y fomentaron relaciones basadas en una elemental lógica clientelar.

El hartazgo ciudadano hacia ese modelo propició que un nombre nuevo en la escena electoral, como el de Jorge Corichi Fragoso, se mostrara como la opción para traducir la demanda de cambio ciudadano en resultados de gobierno. Pero a nueve meses de gobierno, el presidente municipal ha dejado ver sus deficiencias, y con ello, los efectos que sus incapacidades tendrán en el crecimiento y el desarrollo de la capital.

El contenido del Plan Municipal de Desarrollo 2021-2024 permite apreciar que el diagnóstico de los problemas de la capital es insuficiente para responder con contundencia a sus causas fundamentales.

Es preocupante que, desde la óptica del gobernante, se afirme que los desafíos de la capital descansan en el atraso en la prestación de los servicios e infraestructura pública, el crecimiento urbano descontrolado, y la desconfianza de los contribuyentes para pagar sus impuestos por la opacidad de pasados gobiernos, cuando en los hechos ese escenario de rezago es común en todas las comunas.

Y es más preocupante aún que, a pesar de reconocer que en pasadas administraciones hubo un escaso involucramiento de los ciudadanos en los asuntos públicos, desatienda lo que, para los propios ciudadanos, constituyen los principales problemas que le aquejan.

El Plan Municipal cita los resultados de un estudio a cargo de la empresa Pulso Mercadológico, que identifica, por localidad, los asuntos de urgente atención, entre los cuales destacan la inseguridad, la crisis económica y el desempleo, todos ellos, vinculados con los efectos que la emergencia sanitaria trajo consigo.

Y de cara a esta situación de reclamo social, el gobierno municipal ofrece expectativas de resultados que sencillamente no se cumplen.

En seguridad, la realidad es dura: durante la gestión de Jorge Corichi la percepción de inseguridad subió 14.8 puntos, al pasar de 41.9% en septiembre de 2021 a 56.7% en marzo de 2022, según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), a cargo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

En materia de empleo, Tlaxcala se mantiene entre las cinco ciudades del país con mayor proporción de población subocupada (población ocupada que declaró tener necesidad y disponibilidad para trabajar más horas). También es la segunda con los niveles más altos de ocupación en condiciones críticas (considerando las horas trabajadas y los ingresos), y la primera con los niveles más altos de ocupación en la informalidad (sin seguridad social), según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Inegi.

Y en economía, el Inegi reportó recientemente que en abril Tlaxcala fue una de las 10 ciudades con los índices inflacionarios más elevados del país.

Ciertamente, mientras el gobierno de Jorge Corichi reduce los desafíos de la ciudad a las consecuencias de los malos gobiernos, los capitalinos aprecian en problemas de coyuntura, como la delincuencia, la falta de oportunidades laborales y la adversidad económica, las dificultades que merecen atención prioritaria por parte de la autoridad local.

No obstante, con un gobierno carente de visión y rumbo, no es exagerado vaticinar que la capital del estado perderá la oportunidad de tres años de desarrollo.

El presidente municipal está a tiempo de comprometerse con la transformación del gobierno local, asumiendo con seriedad el diseño de políticas que mitiguen la crisis. Pero parece más cómodo manteniendo su administración como apéndice del gobierno estatal, en tanto llega el proceso electoral de 2024.