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Inminente, el riesgo ambiental por contaminación del Zahuapan-Atoyac

  • Se requiere una evaluación de riesgo en salud humana y ecotoxicológico en organismos acuáticos y terrestres afectados, y el impacto que representan para el hombre.

José Luis Ramírez Romero

En la última década, las acciones gubernamentales para contener la contaminación del sistema hidrológico Zahuapan-Atoyac (SH:ZA) han sido insuficientes.

Pese a ser una región impactada por descargas de aguas residuales de origen urbano, agrícola e industrial, las obras y los programas para responder a este grave problema han carecido de contundencia para su atención de fondo.

De acuerdo con el estudio “Plomo y arsénico en la subcuenca del Alto Atoyac en Tlaxcala, México”, publicado en la Revista Chapingo, se requiere una evaluación de riesgo en salud humana y ecotoxicológico en organismos acuáticos y terrestres afectados por el SH:ZA, y el impacto que representan para el hombre.

Sin embargo, a más de 10 años de su publicación, no se conoce si esta recomendación fue atendida por las autoridades.

El trabajo elaborado por miembros del Centro de Investigación en Genética y Ambiente y del Posgrado en Ciencias Ambientales de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT), la Unidad de Toxicología Ambiental de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), y de la Universidad Autónoma Chapingo advirtió el riesgo potencial que representa el agua y sedimento de este sistema para los diferentes fines de la comunidad, es decir, consumo humano, acuícola y agrícola.

Las estimaciones anuales de aguas negras vertidas al Zahuapan rebasaban los 32 millones de metros cúbicos. Se calculaba que, zonas urbanas, apenas el 40% del agua era saneada mientras que la restante era liberada al río, mientras que, en las zonas rurales, hasta el 80% era descargada directamente al río.

Los estudios revelaron que, por esta razón, el SH:ZA ha sido impactado negativamente, lo que se apreció por los retornos de aguas de campos agrícolas “en los municipios de Nativitas, Tepetitla, San José, Xicohtzinco, Papalotla y Panotla, entre otros, en donde el uso excesivo de agroquímicos, tanto fertilizantes como plaguicidas y productos foliares, se mezclan con el agua limpia de los manantiales”.

Además, el problema ambiental se ha agudizado “con la incorporación de aguas residuales provenientes de industrias del ramo textil, químico y automotriz de los estados de Puebla y Tlaxcala”.

Un estudio ambiental de 2004 a cargo del Centro Fray Julián Garcés analizó aguas residuales de origen urbano e industrial descargadas al río Atoyac, y encontró importantes concentraciones de cloroformo, cloruro de metileno y de tolueno.

Cuatro años antes, el estudio “Impacto del riego con aguas contaminadas, evaluado a través de la presencia de metales pesados en suelos” había reportado niveles altos de plomo y cadmio en suelos agrícolas de Atlixco, Puebla, regados con el agua de este río.

Según la investigación presentada en la Revista Chapingo, de seguir este escenario, que debe considerar la contaminación presente tanto en el agua como en el sedimento, “es inminente el riesgo en salud ambiental, por la suma de impactos adversos sobre el sistema hidrológico (descargas de aguas residuales urbanas, agrícolas e industriales), la extensión de la población afectada debido a las actividades que derivan del SH:ZA y por la escasez de estudios que muestren analíticamente el tipo y niveles de agentes tóxicos presentes en él, especialmente en lo que respecta al trayecto del río Zahuapan”.