OpiniónPORTADA

¿Con quién se queda el perro?

  • La ley de protección animal nuevamente ha dividido opiniones; por un lado, quienes piensan que los castigos para las personas que maltraten a los animales deben ser más severos y por otro quienes piensan que se está exagerando. ¿Quién tiene la razón?

La ley de protección animal, recientemente aprobada y puesta en marcha en el Estado de Tlaxcala, nuevamente ha generado polémica y dividido la opinión de los tlaxcaltecas; por un lado los ciudadanos y miembros de organizaciones que apoyan la iniciativa de que se debe modificar, trabajar más al respecto y endurecer, desde lo legal, las sanciones para quienes maltraten o priven de la vida a una mascota, y por otro lado quienes piensan que todos los anteriores, junto con las autoridades locales, están exagerando.

Si de por sí, desde la implementación de esta nueva ley, ya se venían denunciando y atendiendo casos de violencia contra los animales y mascotas, que literalmente se han reducido a perros y gatos, la mecha se encendió con la publicación del video de un sujeto que le dispara a un perro y lo priva de la vida.

A esto, que llegó a medios de comunicación nacionales, le siguió una marcha para pedir cárcel para los agresores de mascotas, es decir, que desde el Congreso los diputados aprueben penas legítimas y condenas por delitos dolosos para quien violente a un animal.

Lo que se les olvidó en esa marcha fue pedir que los dueños de perros y gatos también se hagan responsables por los daños que sus mascotas pudieran causar, pues algunos de los que marcharon no ésta, sino en ocasiones pasadas, llevan perros que tratan de lanzarse a mordidas a otros perros, lo que denota que no son animales bien educados, o más bien sí, muy bien educados, pero para atacar.

Pasó que, haiga sido como haiga sido, dijera un conocido personaje, un perro raza pastor alemán mordió el rostro de una niña en el zócalo capitalino; el motivo: la niña quería acariciarlo. ¿Y dónde estaban los padres? salieron a decir muchos; ¿y por qué  el perro no traía un bozal? dijeron otros pero, por qué no pedir cárcel para el perro o su representante, en este caso su dueño, finalmente si lo vemos desde otro punto de vista, como si el perro tuviera los mismos derechos de una persona, que es lo que se pretende con la ley, sería entonces un ataque directo y los colmillos podrían ser considerados arma punzocortante, es decir, hasta homicidio en grado de tentativa, obvio, no se podría argumentar legítima defensa, a menos que la pequeña se haya acercado con toda la intención de agredir y lastimar al perro.

Luego, para dividir más la opinión, alguien le tomó fotografías a una camioneta donde llevaban a un perro pequeño en el techo, recorriendo la carretera a más de 70 kilómetros por hora, y las publicó en las redes sociales; reprobable sí, desde la opinión de este su servidor, porque el animal pudo haber caído y morir pero, también es cierto que quizás el perro no fue violentado, sino que pudiera ser que el hecho de que viajara ahí fue consentimiento de ambos, el dueño y el animal.

La gente viaja en la batea de las camionetas sin ninguna protección y nadie les toma fotografías y las sube a las redes pidiendo cárcel para el chofer, y eso sí es un delito; la diferencia: cada uno es responsable de sus actos.

Bueno, pues así la situación, unos pidiendo más por los animales y otros diciendo que no tanto para ellos, mientras tanto puedo atreverme a concluir diciendo que hasta ahora y desde mi muy humilde opinión, los animales se deben proteger, pero no solo perros y gatos, sino todos, porque si alguna vez pareció exagerado que en algún país las vacas o los elefantes sean protegidos igual que las personas, solo recordemos que los humanos también somos una especie animal.