OpiniónPORTADA

10 DE ABRIL: LOS PRONÓSTICOS SE CUMPLIERON

Por José Luis Ramírez Romero

Los resultados de la Jornada de Revocación de Mandato fueron favorables para Andrés Manuel López Obrador y su proyecto de gobierno.

El 91.2% de los votos de quienes participaron en la primera consulta de esta naturaleza en la historia de México se pronunciaron a favor de que el presidente de México se quede para continuar con la transformación del país.

La oposición critica que los niveles de participación estuvieran por debajo de los necesarios para que fueran vinculantes: apenas 17.7% de un 40% del electorado. Sin embargo, este proceso marca un punto de inflexión rumbo a la elección presidencial de 2024, porque establece la derrota moral del Instituto Nacional Electoral (INE) y evidencia el desconcierto que priva entre las fuerzas políticas que se oponen a la 4T.

La arrogancia de los partidos que enfrentan a Morena les impide admitir que carecen de fuerza para enfrentar electoralmente al lopezobradorismo, que desarrolló una estrategia que neutralizó al órgano autónomo responsable de organizar las elecciones federales en México, y dejó inactiva a la oposición al presidente.

Con una imagen pública progresivamente deteriorada, a partir del momento en que se negó a reducir sueldos y partidas consideradas suntuosas en el contexto de la austeridad republicana que inauguró el actual gobierno, el INE vio socavada su autoridad institucional y su influencia social a lo largo del proceso de Revocación de Mandato. Se mostró como un obstáculo para la adecuada realización de este ejercicio, lo que dio elementos a sus promotores para justificar sus resultados. Hasta sus facultades sancionatorias fue desafiadas por quienes aprovecharon los vacíos legales para interpretar a su manera las disposiciones en torno a los actos de promoción y propaganda de este inédito proceso.

La oposición, aunque sabedora que la participación era clave para la jornada del 10 de abril, no se movilizó para inclinar la votación en contra de la permanencia de López Obrador en el cargo ni persuadió a los electores en torno a la pérdida de confianza en el presidente. Se conformó con llamar a los ciudadanos a no participar en la consulta, creyendo que el abstencionismo les significaría un rédito político. Pero la abstención que provocó la baja participación en la consulta, y que a su vez impidió que su resultado tuviera efectos legales, no es mérito suyo, por lo que su actuación resultó igual de ineficaz que el llamado que en otro tiempo hizo a anular el voto.

Los altos niveles de popularidad del presidente en las encuestas aún no tienen mella. La influencia moral en las filas de Morena atraviesa su mejor momento. Hubo un exitoso ejercicio de movilización de estructuras en territorios morenistas y no morenistas. Así selló el lopezobradorismo su victoria.

Despectivamente, la oposición puede alegar que se trató de un ejercicio de propaganda para ratificar la buena imagen del presidente. Pero pasa por alto que, para efectos de la poderosa narrativa del régimen, la 4T construyó un momento histórico:  la incorporación a la vida democrática de los mexicanos de la revocación de mandato.

No se puede negar que López Obrador sienta precedente al otorgar al pueblo un instrumento de participación ciudadana para que pueda quitar a los gobernantes que pierdan confianza.  A partir de ahora, los mexicanos no solamente pueden esperar, sino exigir, a futuros gobernantes, que pongan a su consideración la posibilidad de continuar o no en el cargo. Y esto es parte del “legado democrático” de la Cuarta Transformación.

Muy a pesar de lo que argumentan los partidos antagónicos a Morena, aunque únicamente se instaló el 30% de las casillas de las elecciones federales de 2018, mucha gente salió a votar: más de 17 millones de mexicanos, y los votos a favor de la continuidad (cerca de 15.6 millones) son más que los logrados por Felipe Calderón en 2006 (15 millones) o Ricardo Anaya en 2018 (12.6 millones).

Aunque siempre es deseable mayor participación, para aumentar la legitimidad, el éxito de un proceso democrático está dado por el resultado. Y López Obrador ganó. Sus detractores no lo vieron perder tras este ejercicio. Los pronósticos se cumplieron.