Trumpismo latino se consolida; ‘con Kamala será peor’, señalan
En Allentown, Pensilvania, decenas de puertorriqueños ignoran los comentarios racistas de la campaña republicana y denuncian ante Excélsior el alto costo de la vida, previo a un mitin del candidato
Pascal Beltrán del Río
La demografía de esta ciudad ha cambiado mucho desde los días en los que Billy Joel cantó a su declive industrial. Hoy es un centro urbano predominantemente hispano, habitado por puertorriqueños, dominicanos y hondureños. Es más fácil comer aquí un sancocho que un muy estadunidense pastel de carne.
Aquí vino Donald Trump para tratar de incrementar el atractivo que encuentran en él muchos votantes latinos, cosa que ya han detectado varias encuestas. Desencantados del estado de la economía, los migrantes latinoamericanos de segunda y tercera generación han ido resquebrajando el sólido apoyo que tenía el Partido Demócrata en este grupo poblacional.
Todo está carísimo”, se lamentaba Carlos Rivera, formado en una larguísima fila para ingresar en la arena PPL Center, donde se presentaría Trump cuatro horas después. “La economía iba bien con Trump pero llegó Biden y todo lo echó a perder”, relataba el puertorriqueño, quien trabaja en una empresa de materiales de construcción. “Ahora cuando voy al supermercado, tengo que sacar cosas del carrito”.
—¿Y usted cree que Trump va a componer eso?
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—No lo sé, pero estoy seguro que con Kamala sería peor.
Más de una cuadra atrás, en la misma fila, estaba el dominicano Manuel Álvarez. “Yo he tenido que buscar un segundo turno”, me explicaba. “Ya no llego a mi casa a tiempo para la cena, porque si lo hago, con el cheque de mi primer trabajo simplemente no llego al final de la quincena”.
Por supuesto, no todos los latinos en esta ciudad, la tercera en importancia en Pensilvania, coinciden con Trump. El acto de ayer fue muy polémico para esta comunidad, por lo sucedido dos días antes en Nueva York, durante una presentación de Trump en el Madison Square Garden. Allí, el comediante Tony Hinchcliffe, uno de los invitados para hablar, llamó a Puerto Rico “una isla de basura flotante en medio del océano”.
Un contingente se congregó para expresar apoyo a Harris.
Eso y la lucha política en estos días finales de la campaña llevaron a que un grupo de puertorriqueños simpatizantes de Kamala Harris protestara en los alrededores de la arena, lo que se convirtió rápidamente en un duelo de porras con los trumpistas, vigilado de cerca por decenas de policías.
Desde el atentado del 13 de julio contra el también expresidente, ocurrido aquí mismo en Pensilvania, las revisiones del Servicio Secreto y otras corporaciones de seguridad han sido más concienzudas.
—¿Se siente ofendido por el comentario sobre Puerto Rico que se escuchó en el acto de Trump en Nueva York? –pregunté a Rivera, quien sostenía un letrero que decía “Boricuas con Trump”.
—No fue un buen comentario, pero Trump no lo hizo. Como puertorriqueño te puedo decir que él nos apoyó.
En estos días finales de las campañas electorales, ambos candidatos presidenciales luchan por atraer el voto latino en Pensilvania. Y si bien es cierto que sólo representan 9% de la población del estado, cada voto cuenta en un escenario en el que los aspirantes están virtualmente empatados. En el sistema de Colegio Electoral que opera en los comicios presidenciales estadunidenses, ganar Pensilvania puede ser la diferencia entre llegar a la Casa Blanca y no llegar.
De acuerdo con una encuesta aplicada por las televisoras NBC, CNBC y Telemundo, que se dio a conocer hace un mes, el apoyo de la comunidad latina hacia el Partido Demócrata se redujo a 54% desde una proporción de 66%, cuando Hillary Clinton fue candidata presidencial y rival de Donald Trump hace ocho años.
Otras encuestas han encontrado que los latinos de segunda y tercera generación no se sienten señalados por Trump cuando éste hace comentarios derogatorios de los migrantes, como los que el candidato repitió ayer aquí, que “criminales y enfermos mentales han desbordado nuestras fronteras por las desastrosas políticas de Joe Biden y Kamala Harris, quienes han abierto nuestras fronteras de par en par”.
La composición de la audiencia se parecía a la de la población de Pensilvania, el estado que bien podría decidir la elección presidencial del 5 de noviembre.
Tres cuartas partes eran blancos, pero tampoco faltaban los latinos y los afroamericanos.
Hablé con Kenneth, un dueño de negocio que había venido a hablar con Trump.
Es la tercera vez que voto por él”, me decía mientras avanzaba la fila. “Lo hice en 2016 y 2020, y ahora lo hice de nuevo, porque me inscribí para votar de forma anticipada”.
—¿Qué opina de la fama de Trump de ser racista?
—Yo no lo veo de esa manera. Lo que pasa es que en este país todo quieren que gire en torno del color de la piel. Hay gente que piensa que como soy negro no debo apoyar a Trump, pero no acepto que me metan en un molde.
—¿Por qué ha votado por él?
—Porque entiende cómo funciona la economía y los incentivos para que funcione. No es un hombre perfecto, pero ningún político lo es. Las elecciones casi siempre consisten en votar por la opción menos peor. Y, para mí, Kamala es peor, mucho peor que Trump. Si gana, continuará las políticas de Biden y Obama, que han sido desastrosas.
“Los ayudamos a superar muchas tormentas fuertes. Le diré que tuvimos algunas realmente malas. ¿Recuerda que estaba allí cuando traje el barco hospital, en contra del consejo de todos, y lo llevamos allí y atendimos a mucha gente? Creo que nadie ha hecho más por Puerto Rico que yo”, declaró Trump ayer, en este estado.
Además, dijo falsamente que los demócratas habían organizado un “golpe” para forzar al presidente Biden a abandonar su candidatura a la reelección.
Donald Trump aseguró que Kamala Harris es “demasiado peligrosa” para ser la presidenta del país, señaló las guerras en el extranjero y los altos niveles de inmigración.
E insistió en rechazar las elecciones de 2020.
Robaron la presidencia de Estados Unidos. Puedes llamarlo golpe de Estado, puedes llamarlo como quieras. Pero la robaron. La forma en que se la arrebataron no estuvo bien”, afirmó.
LIBERAN A BANNON Y YA HACE CAMPAÑA
Steve Bannon, exasesor del expresidente estadunidense Donald Trump, salió de prisión ayer tras pasar casi cuatro meses tras las rejas por desacato al Congreso, una semana antes de la elección presidencial.
Fiel a su pasado conspiracionista, poco después de salir de la prisión federal en Connecticut, Bannon dijo en su pódcast The War Room que los demócratas “no tienen intención de dejar el poder”.
Además, alentó a sus seguidores para que se “aseguren” de que “no nos roban la elección”.
Los cuatro meses en una cárcel federal no me rompieron, me empoderaron”, dijo Bannon, quien se siente un “preso político”. También aseguró que salió de prisión con “más energía y más centrado que nunca”.
Cuando entró en prisión, el 1 de julio, dijo estar orgulloso de cumplir su condena “si es lo que haría falta para enfrentarse a Joe Biden”.
-AFP
QUIEREN RENUNCIAS FORZADAS
Un grupo que trabaja en una agenda de trabajo en caso de un posible segundo gobierno de Donald Trump reveló que planea depurar el aparato de gobierno, forzando a renunciar a los empleados federales que rechacen alinearse con Trump.
El plan consiste en crear condiciones laborales desmoralizantes, “infringirles trauma”, de modo que prefieran abandonar sus trabajos, según Russell Vought, exdirector de la Oficina de Administración y Presupuesto de Trump y actual director del Centro para la Renovación de América.
Queremos que los burócratas se vean afectados de manera traumática”, declaró Vought, quien se perfila como jefe de gabinete si Trump gana la elección.
Cuando se despierten por la mañana, queremos que no quieran ir a trabajar porque cada vez más se los ve como los villanos. Queremos causarles trauma”, resumió Vought, según declaraciones reveladas por el portal ProPublica.
El centro que dirige
Vought participó en la elaboración del Proyecto 2025, un plan radical conservador.
-Manuel Ocaño
Fuente: Excelsior