OpiniónPORTADA

¿Sociedad o periodismo, quién se ha distorsionado?

  • En los tiempos donde para los medios digitales el mejor trabajo consiste en obtener la imagen o el video que genere el mayor morbo, y en los tiempos donde la sociedad se siente expuesta y hasta ofendida por los comunicadores, ¿quién agrede a quién?

En Tlaxcala recientemente se celebró el Día del Periodista, una fecha que se instituyó por el Congreso local para reconocer a los comunicadores y su trabajo, también para promover el respeto a la libertad de expresión en el ámbito local.

Pero, a 20 años, las cosas han cambiado y ahora, lejos de tratarse de una expresión libre parece que la labor de comunicar se ha llevado por otro camino, camino que poco a poco se va distorsionando cada vez más, al grado de ser molesta para la sociedad y peligrosa para quienes buscan la noticia día a día.

Y es que, con el surgimiento de decenas de medios de comunicación digitales cuyo único trabajo es ahora transmitir en vivo escenas de nota roja, los tlaxcaltecas se sienten, más que informados, expuestos a que en algún momento de su vida los propios medios de comunicación sean quienes los exhiban ante los demás de una manera indebida, ya sea por la manipulación de la información o por el desconocimiento de las situaciones reales.

A la par, la ciudadanía ha aprovechado la poca capacidad e interés de los comunicadores por ir más allá y conocer el contexto de un escenario, para manipularlos y hacerlos decir lo que unos cuantos quieren, de acuerdo con sus intereses, lo que ha provocado que más que seriedad y profesionalismo, aquellos medios reflejen desconfianza.

En gran medida eso se debe a que el oficio del periodismo en Tlaxcala ahora se entiende como tomar un teléfono celular y salir a las calles a grabar videos o realizar transmisiones en vivo para una página de Facebook de lo que se tenga a la mano, de manera desafortunada los cibernautas han reaccionado positivamente al morbo y la desgracia de otros.

En consecuencia, los “periodistas” al desconocer las reglas y hasta cierto punto las condiciones legales que rigen al ejercicio periodístico, caen en trasgredir los derechos de las personas y cuando estas reaccionan para exigir respeto o prudencia, los reporteros se sienten obstaculizados en su labor.

Esto ha sido el ir y venir de todos los días durante ya varios años, pero ¿dónde está el origen? La respuesta es clara: una sociedad que exige que los reporteros muestren imágenes explícitas o digan solo lo que la gente quiere escuchar para satisfacer el morbo personal, y unos reporteros que se han alejado del trabajo profesional y que optaron por hacer lo más fácil a cambio de seguidores, comentarios y reacciones en las redes sociales.

En Tlaxcala, el periodismo y la sociedad se han distorsionado uno gracias a otro, cualquiera que sea el orden, desplazando a la vieja escuela para dar paso a un ejercicio de inmediatez que, si bien se pudiera aplicar de una manera correcta y profesional, se ha optado por el trabajo fácil, sin sentido en algunas ocasiones y para satisfacer a las masas más que para informar con responsabilidad.