Manchan a Tlaxcala los escándalos en UATx y USET
- De pena ajena la violencia de la diputada Alejandra Ramírez y la ignorancia del “Doctor burro” Homero Meneses
Por: Penélope García Lozano – Érase una vez…
Primera desvergüenza: Ningún respeto para la comunidad UATx.
Las dos familias que desde que se fundó la Universidad Autónoma de Tlaxcala son sus protagonistas y han hecho de esta institución el principal baluarte educativo de la entidad, están involucrados sentimentalmente y en los bochornosos hechos que ensucian el desprestigio de la institución, por esto acertadamente el rector Serafin Ortiz, rápidamente suspendió de sus funciones como catedráticos y funcionarios de la UATx, a la diputada Alejandra Ramírez Ortiz y a su pareja Enrique Vázquez, Coordinador de Posgrados en la UATx, mientras las autoridades ministeriales deslindan su responsabilidad en las actos de violencia física y verbal en contra de la maestra Laura N. dentro de las instalaciones de la Escuela de Filosofía y Letras.
Indignante para todas las universidades es la conducta de los agresores, que no respetaron el campus ni las elementales normas de ética que deben observar todos los integrantes de la comunidad académica.
Después de esos actos grotescos y probablamente delictivos quedan evidenciados los excesos y prepotencia de Alejandra Ramírez, quien está cavando la tumba a sus aspiraciones políticas en el PAC, donde despacha como líder estatal y busca las candidatura a la alcaldía de la capital tlaxcalteca. El escándalo tiende a crecer y los Ortiz quieren frenarlo.
Segunda desvergüenza: El ignorante secretario de educación.
El petulante “doctor” Homero Meneses llena de oprobio a la izquierda y al sector educativo por su falta de conocimientos básicos en la historia de México.
Desde hace días la prensa nacional expone con burla que este incompetente funcionario ridiculiza a Tlaxcala, al confundir a Francisco I. Madero con Francisco Villa.
Así fue luego de que, para conmemorar el natalicio de Francisco I. Madero, en los muros de la SEPE-USET fueron colocados unos pendones que, además de confundirse de personaje y colocar la imagen más conocida de Francisco Villa, también tenía mal escrito el nombre del conmemorado.
Y si en la Secretaría de Educación escriben “Fracisco” y no saben ni siquiera quien es, pues entonces ¿Cómo esperamos que nuestros niños y jóvenes reciban una educación adecuada? o que sepan identificar a los hombres y mujeres ilustres de la historia de nuestro país.
Hace unos años fueron las escaleras eléctricas, luego vino la campaña en redes de “Tlaxcala no existe”, y recientemente en menos de dos meses se suman dos funcionarios públicos a la lista de burlas hacia el estado; quienes señalan que son incidentes insignificantes.
Al “doctor” se le ocurrió justificar su error comentando: “¿ustedes creen que fue un error involuntario de quien mandó a hacer los pendones, de quien los diseñó, de quien los hizo, de quien los colocó? Hay quien me dice que se trata de una estrategia intencional, no lo creo. Prefiero tomarlo como algo chusco y para el anecdotario de lo viral”.
Y aunque el “doctor” presuma sus títulos o grados académicos, su actuar en este y otros casos deja mucho que desear y, desafortunadamente, aportan bastante para ridiculizar y volver a Tlaxcala así como a los tlaxcaltecas en burla nacional.