OpiniónPORTADA

La muerte tiene permiso

  • El alcalde de Tlaltelulco dio consentimiento para que los pobladores hagan lo que tengan que hacer con los delincuentes que atrapen, pero que no se graben; también pone en riesgo a medios de comunicación

Miguel Ángel Lara

En 1955, Edmundo Valadez publicó por primera vez un cuento titulado “La Muerte Tiene Permiso”, en este, un grupo de ejidatarios del pueblo de San Juan de las Manzanas se acusan con los representantes del comité agrario de los malos actos que su presidente municipal ejerce hacia ellos.

Sagrario, quien toma la palabra, se queja a nombre de los vecinos de que el alcalde les roba a sus hijas y a sus mujeres para abusar de ellas, no hay seguridad, no hay agua, y en pocas palabras el pueblo se encuentra en condiciones deplorables; el presidente municipal se enteró de las quejas y los ha tachado de ladrones y hasta le quitó la vida a uno de ellos sin causa justificable.

Ante tales tratos, Sagrario les pide permiso para castigar al edil y hacer justicia por su propia mano; cuando los ingenieros escuchan y analizan la queja, deciden someter a votación la propuesta del agricultor y se llevan una sorpresa al notar que la mayoría de los asistentes está de acuerdo.

“La asamblea da permiso a los de San Juan de las Manzanas para lo que solicitan” y Sagrario responde, con la voz firme, que “pos muchas gracias por el permiso, porque como nadie nos hacía caso, desde ayer el presidente municipal de San Juan de las Manzanas está difunto”.

Aunque en sí el cuento al final pudiera arrancar una risa por el resultado, la realidad que se vive hoy día no está alejada de lo que el escritor plasmó hace 68 años. La muerte tiene permiso es común en los municipios, y aunque no precisamente de la misma manera, los ciudadanos lo que reflejan actualmente es que quieren obtener la misma respuesta.

Tal es el caso de Tlaltelulco, donde la semana pasada el alcalde dio, precisamente, ese permiso al decir que cuando detengan a un delincuente “hagan lo que tengan que hacer”, pero que no se graben para no fincarse responsabilidades.

De lo que no se dio cuenta Marco Antonio Pluma Meléndez, es que le abrió la puerta a que se pueda suscitar un linchamiento o que se detone un conflicto social mayor.

Basta recordar que hace unos meses los vecinos detuvieron a tres personas por presuntamente robar en un negocio de la cabecera y que cuando la policía los rescató se desató un enfrentamiento entre pobladores y autoridades que concluyó con el cierre de la carretera y varios detenidos.

Su incapacidad por mantener la seguridad seguramente lo obligó a dar esa respuesta, pero de lo que tampoco se dio cuenta es que no solo puso en riesgo a los detenidos, sino a los propios vecinos y a los medios de comunicación cuando dijo “pero no se graben para no fincar responsabilidades”.

Es decir, que nadie lo sepa, que nadie los vea y que no haya testigos, porque, seguramente, la policía municipal también será omisa ante esos hechos y no atenderán sino hasta que la gente se haya hartado y permitan entonces el ingreso de la seguridad.

Muy bien alcalde, que bueno que le respondió a los vecinos como ellos querían, pero que no se le olvide aquel dicho que reza “cría cuervos, y…”.