Cubrebocas artesanales ahora son el sustento de familias de Ixtenco
Ante la baja en las ventas de productos, artesanos del bordado de pepenado incursionaron en un nuevo mercado; los ofrecen por redes sociales y han tenido buena demanda
En San Juan Ixtenco, familias que se dedicaban a la elaboración y venta de prendas artesanales, han cambiado sus productos adaptándose a la situación que se vive, y han hecho de los cubrebocas, su nuevo sustento.
Con la llegada de la pandemia que ocasionó el SarsCov-2 en la entidad, los artesanos de Ixtenco se vieron afectados, pues sin personas que compraran los productos que con el paso de los años han sabido colocar en el mercado estatal, vieron disminuidos sus ingresos hasta en un 100 por ciento (%).
Ante esto, tuvieron que adaptar lo que saben hacer y crear un producto novedoso, pero que además fuera solicitado por las personas; por eso idearon elaborar cubrebocas con el típico bordado de pepenado, característico de la comunidad otomí.
Sólo así han enfrentado un poco la crisis económica y comercial que la enfermedad está dejando por el mundo; los ofrecen por vía electrónica, en páginas de Facebook o grupos de WhatsApp, y ya lograron venderlos fuera del territorio tlaxcalteca.
“Artesanías Ixtenco” ha sido el negocio que desde el inicio de la contingencia se ha encargado de modificar su estilo de ventas y, ante las necesidades, tuvo que adaptarse al comercio en línea y a través de las redes sociales; eso les ayudó para enfrentar la crisis.
Los cubrebocas de “Artesanías Ixtenco” están elaborados con tela de algodón, como la mayoría de los accesorios lavables que se venden en el mercado, pero la diferencia es que llevan al frente el bordado característico del pueblo Yumhu; el bordado tipo pepenado y el deshilado se hacen presentes en cada pieza.
Los precios van desde los 60 y hasta los 200 pesos por cada pieza, y también los hay bordados de chaquira, similares a los de la cultura huichol.
Las familias de Ixtenco se han tenido que adaptar a las nuevas necesidades y dejaron de lado el bordado en blusas, camisas y vestidos para incursionar en el mercado de los cubrebocas, sabiendo que en esta época sería lo que les aseguraba ingresos económicos y, por consecuencia, el sustento para sus hogares.