Vender en las calles no es desobediencia, es pobreza
Comerciantes no pueden dejar de trabajar durante la pandemia
“Salir a diario a vender cualquier producto a las calles de las cabeceras municipales, fuera de los mercados o en los tianguis que se instalan un día de la semana no es un símbolo de desobediencia o de no querer acatar las medidas para prevenir el coronavirus, es más bien, un reflejo de la pobreza de la gente que no tiene un trabajo estable ni seguridad social”.
Sergio, un comerciante que hasta antes de la cuarentena era propietario de un puesto de jugos y frutas, ha tenido que adaptarse a las nuevas oportunidades y la situación que encara Tlaxcala actualmente, él y su familia ahora venden en las calles, en las esquinas y en cualquier lugar donde puedan hacerlo; el objetivo es llevar dinero a su hogar.
“No estamos desobedeciendo, pero no tenemos opciones, yo tenía un puesto en el mercado, pero ahora tenemos que salir a las calles; nos dijeron que por unos días no íbamos a poder vender y tuvimos que cerrar, lo malo es que nadie nos da dinero para seguir sin trabajar”, expuso.
Sergio, su esposa y sus hijos viven en una colonia de la capital, tuvieron que comprar cajas de chabacanos y ciruelas y los ofrecen por kilo en la calle; buscaron alternativas y al no recibir ningún apoyo por parte de las autoridades optaron por seguir trabajando, buscando el sustento diario en lo que saben hacer.
Irene y su esposo también son comerciantes, ellos vendían dulces y postres en las ferias de los pueblos, iban a todos lados con su puesto y les iba bien, dice la joven, pero con la suspensión de estos eventos ahora se dedican a vender cubrebocas de tela.
“De una u otra manera tenemos que salir adelante, si nos prohíben vender en nuestros puestos, o en nuestros negocios, tenemos que buscar la forma de salir adelante y la verdad es que quedándonos en casa esperando que pase la pandemia no lo vamos a lograr”, dijo.
“Si no me mata el coronavirus me matará el hambre”, soltó Manuel, un hombre que tampoco ha podido quedarse en casa esperando que la ayuda llegue o que el coronavirus sea controlado; él tiene que salir todos los días a seguir trabajando, como si nada pasara, pero con el riesgo de que puede contraer el virus.
“Tenemos cosas que pagar, la comida principalmente, algunos tienen que endeudarse para tener sus cosas, como una lavadora, un refrigerador, o de plano un auto o una camioneta para salir a trabajar, no nos podemos detener, a nosotros no nos pagan un salario, pero igual que todos tenemos muchas necesidades”, acotó.
Testimonios como estos hay miles en Tlaxcala, las medidas sanitarias no aplican cuando la necesidad está por delante, pero tampoco cuando trabajar es la única opción, mientras aquellas personas esperan que todo termine y vuelva a la normalidad, para retomar sus actividades y continuar ganándose la vida.