Tlaxcaltecas siguen tomando simulacros «con humor»
Algunos platicando y haciendo mofa de lo que pudiera ser un desastre, otros con el celular en la mano y hasta mandando mensajes o hablando por teléfono, así evacuaron edificios ayer
Ayer se cumplió un año más de los sismos de 1985 y 2017, este último dejó estragos en Tlaxcala, no solo en las iglesias como la mayoría recuerda, por ejemplo: el sismo de hace 7 años fue el responsable de que ya no funcione el hospital general y tenga que ser demolido.
Sin embargo y pese a que se trató de un evento que marcó la historia de Tlaxcala, al parecer a algunos no les dejó otra enseñanza más que la de el día que se deja de trabajar unos minutos, tal como se nota en los simulacros que se han efectuado desde entonces.
Y es que, sin nos ponemos a observar, cada vez que hay un simulacro, no solo el 19 de septiembre, se puede ver a decenas de personas evacuar sus áreas de trabajo como si fueran por el café; algunos caminando como si estuvieran de paseo en algún museo, observando todo como si nunca lo hubieran visto, hablando por teléfono y enviando mensajes, otros de plano hacen mofa del “temblor” y van riendo con sus compañeros.
Esa es la esencia de un simulacro en Tlaxcala, además de los más de 3 minutos que ocupan para evacuar, que si se tratara de un evento real seguro todos ellos terminarían bajo los escombros o, en el mejor de los casos, golpeados en la cabeza por alguna piedra que se desprenda.
Lo peor de todo no es eso, sino que los organizadores y responsables de esos ensayos siguen diciendo que todo “salió perfecto”, cuando a millas se nota la falta de compromiso de los involucrados, ni siquiera quienes tienen que evacuar lo hacen de manera responsable, pues mucho menos los que tienen el deber de asegurarse de que todo salga bien.
Además, fue lamentable ver al fotógrafo decirle al rescatista: «arrímate tantito, para que salgas bien en la foto» y que todos posaran como domingo en el parque con la sonrisa de: «ya cumplimos, nos quedó bien chingón el simulacro, humo, efectos especiales, el carrito incendiado, el desmayado, el tanque de gas, somos bien chingones».
No, un simulacro no es un acto protocolario para rendir cuentas de lo que se trabajó durante el año, tampoco para presumir que algunos ya saben descender por una cuerda con una persona en camilla, mucho menos para dar cursos de extintores y cómo apagar un tanque de gas o un automóvil.
Un simulacro es una actividad en la que se mide la reacción, tanto mental como física, de las personas para salvar su vida y la de los demás sin obstruirse en caso de un siniestro, y en Tlaxcala, con sus tiempos y sus actitudes, todos estarían difuntos.
Y no es posible, la verdad, que a 39 años del sismo de 1985 y 7 del de 2017, que nos pegó bastante, sigan jugando al “no corro, no grito y no empujo” y no se tomen con seriedad las acciones para, en serio, repito, en serio, salvar aunque sea su propia vida.