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Retirar puestos de comida chatarra del exterior de escuelas: el verdadero reto

Algunos son la única fuente de ingresos de familias enteras; la cultura del consumo de estos productos tiene que ver con la situación económica de los estudiantes, consumir frutas y verduras o llevar una dieta balanceada en casa puede poner en aprietos la economía familiar

Retirar a los vendedores de golosinas y alimentos “chatarra” del exterior de las escuelas públicas y privadas de Tlaxcala, y concientizar a los padres de familia sobre evitar la compra de aquellos productos para sus hijos conllevará una serie de retos para las autoridades educativas.

El primero será convencer a los vendedores de que dejen de ofrecer esos productos fuera de las instituciones educativas; algunos comerciantes han encontrado en esa actividad la manera de llevar el sustento diario a sus hogares desde hace varios años, tantos que los negocios de venta de golosinas y chatarra se han heredado hasta por tres generaciones.

“Pues es que este es mi trabajo, de aquí llevamos dinero para la casa, mi mamá comenzó vendiendo en esta escuela a mediados de la década de los 90´s, luego llegué yo a ayudarle y ahora mi hija también ya viene, ella tiene un puesto aparte y de ahí se ayuda para seguir estudiando”, dijo Acela, vendedora en una primaria.

El segundo será concientizar a los padres de familia de que dejen de comprar esos productos para sus hijos, y ahí también influirá, directamente, el nivel socioeconómico de cada familia, ya que adquirir buenos hábitos alimenticios y adquirir comida “sana” puede afectar la economía de los hogares.

La comida chatarra suele tener un costo más bajo que las frutas y las verduras, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) subraya que los alimentos nutritivos y frescos suelen ser más caros que los envasados y que cuando en un hogar escasean los recursos, los padres compran alimentos más baratos que a menudo son hipercalóricos y poco nutritivos.

Es decir, cuando la economía de los hogares no es lo suficientemente fuerte, los padres de familia posiblemente optarán por los alimentos que estén a su alcance, y no por lo más nutritivo y sano para sus hijos.

En Tlaxcala, una ensalada con pollo a la entrada de las escuelas tiene un costo de entre 35 y 45 pesos, precios que se cotizaron con los comerciantes instalados cerca de algunas escuelas de la capital, mientras que una bolsa de papas fritas o frituras puede variar de los 10 a los 25 pesos en el mismo lugar.

Una ración de aproximadamente 300 gramos de fruta picada de temporada tiene un precio de 20 a 25 pesos, y sigue estando en desventaja contra la bolsa de papas o frituras.

El tercer reto será, en definitiva, cambiar los hábitos alimenticios que los estudiantes tienen desde el hogar, ya que, si bien pueden consumir productos o alimentos saludables en las cooperativas escolares y pueden no comprar chatarra fuera de la escuela, al llegar a casa podrían tener acceso a refrescos, aguas saborizadas, alimentos procesados y demás, que harán que el objetivo del programa “Vida Saludable” no se concrete.

El objetivo de esta nueva disposición federal es reducir los índices de obesidad infantil y juvenil que existen en México, ya que nuestro país ocupa uno de los primeros lugares a nivel mundial. De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición del INEGI, el 37 por ciento (%) de los niños y niñas de entre 5 y 11 años padecen obesidad.

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