OpiniónPORTADA

 ¿Quién soy? ¿A dónde voy? 


Increíble, a pesar de ser el último pueblo otomí de la zona centro del país con una cultura única, Ixtenco sigue buscando su identidad. A casi dos años de ser Pueblo Mágico no ha encontrado algo que lo haga único; en su feria copiaron a Huamantla

> Miguel Ángel Lara 


> Si el municipio de Ixtenco fuera una persona, a estás alturas y con lo que han hecho de él seguramente la pregunta con la que no podría conciliar el sueño sería: ¿Quién soy?; y es que, con su multifacética personalidad, hoy día ya no se sabe cual de todos es el pueblo mágico único que se nombró hace casi dos años.

> Para muestra basta ver lo que ocurrió en su feria. Y es que, copiando eventos característicos de otro pueblo mágico, la duda sobre la verdadera identidad de Ixtenco, el último reducto de la cultura otomí en el altiplano central de México, queda en duda.

> Hágame el favor, querido lector, ahora sucede que Ixtenco se caracteriza, y además hasta es tradicional la noche de tapetes… 

> Igual que en Huamantla, con «La Noche que Nadie Duerme», Ixtenco también tiene artesanos que tapizan las calles con aserrín y arena de colores, nada más falta que su Santo Patrono salga a las calles y recorra esas alfombras… Esperen, eso también sucede.

> Lo que sí me pareció original es que soltaron toros a la calle para que personas visitantes y locales se abalanzaron contra los animales e intentarán torearlos, eso sí es propio de Ixtenco… Esperen, me dicen de la redacción que eso ya existe y se llama «Huamantlada».

> Entonces, ¿Qué de original tiene Ixtenco? ¡Ah, cierto! El día del San Juan llevaron mucha pirotecnia y quemaron un castillo enorme en el atrio de la iglesia… ¿Igual que en Sanctórum el día de San José? O sea, sí, pero diferente.

> ¿Que falta? ¿el pabellón del pulque como en Nanacamilpa y Calpulalpan?, ¿la feria del queso y el vino como en Tlaxco?, ¿una exposición de Saltillo a de Contla?… ¡No! ¡Lo que les falta es exponer y sacarle provecho a lo que tienen!.

> ¿Acaso no Ixtenco es reconocido por sus cuadros de semillas, sus bordadoras de pepenado, su atole agrio, su mole de mayordomía, las variedades de maíz, su lengua otomí? ¿Dónde está todo eso? ¿Ya se les olvidó cuando todos salían a vender huesitos de capulín para darle una profesión a sus hijos? Eso es Ixtenco, no los toros, no las alfombras.

> Pero lo peor, desde mi muy personal punto de vista, es que el comité de Pueblo Mágico no tiene la culpa, porque detrás de ellos deben estar las autoridades tanto municipales como estatales diseñando, planeando y sobre todo vigilando que se ejecuten estrategias que realcen la identidad de Ixtenco y que esa identidad sea única, como se prometió, porque no puede ser que si el turismo llega buscando un nuevo pueblo mágico se encuentre con una copia, y además una copia barata de Huamantla, Tlaxco y otros municipios.

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