Estado

Obispo de Tlaxcala, pide a la Virgen de Guadalupe, que no haya más violencia

A 65 años de la fundación de la Diócesis, indicó que actualmente se observan rostros aterrorizados por la violencia, llantos de las madres, sueños rotos, migrantes que afrontan viajes terribles, víctimas del cambio climático y la injusticia social.

Yaneth Ortega Jiménez

El máximo jerarca de la iglesia católica en Tlaxcala, Julio César Salcedo Aquino, en conjunto con sacerdotes y peregrinos de los diferentes municipios de la entidad, pidieron que no haya más violencia, esto en su visita a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en la Ciudad de México.

Al celebrar el 65 aniversario de la fundación de la Diócesis de Tlaxcala, destacó que debido a esta problemática que se vive en la actualidad, se observan rostros aterrorizados por la violencia, llantos de madres y sueños rotos, migrantes que afrontan viajes terribles, víctimas del cambio climático y la injusticia social.

Subrayó, “si hermanos somos peregrinos, que deseamos estar bajo la mirada de nuestra señora, porque ella, no acerca a la fuente de vida, hemos peregrinado hasta esta casita sagrada, como un regreso a la fuente de nuestra fe pascual, María, no dio a Jesús y nos dice, hagan lo que él les diga”, acotó.

Sostuvo que, todos los católicos que han sido bautizados en su muerte, y se han visto las marcas de sus heridas transfiguradas por la vida nueva, pero grabadas para siempre en la humanidad, “nuestra mirada al señor, no nos parta de los dramas de la historia, sino que abre nuestros ojos, para reconocer el sufrimiento que nos rodea”, acotó.

Salcedo Aquino, expresó ante los presentes, que los gozos y las esperanzas, las tristezas y angustias de los hombres de hoy, sobre todo de los pobres y los que sufren, son los gozos y las tristezas “de todos nosotros como discípulos de Cristo”, aseveró.

Para concluir expresó que, María invita entrar al misterio de Cristo, como ella lo hizo en fidelidad a la misión, con una fe nutrida en la meditación de la palabra divina, conservada en su corazón, con un profundo espíritu de oración y esperanza y con amor generoso para todos.

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