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En riesgo de perder a fundidores de campanas en Yauhquemehcan

Dio a conocer el cronista que son pocas personas que conocen de esta técnica

Yaneth Ortega Jiménez

El cronista de Yauhquemehcan, David Chamorro Zarco, dio a conocer que está en riesgo de perderse los fundidores de campanas, esto a pesar de ser una tradición en Santa María Atlihuetzian.  

Externó que posiblemente en un sitio ahora en la demarcación de la comunidad del Rosario Ocotoxco, hace cinco siglos se fundió la primera campana que hubo en todo el nuevo mundo, se sabe que, durante los decenios siguientes a la instalación de los franciscanos en Tlaxcala, hubo en Santa María Atlihuetzian una escuela de artes y oficios en que se formó a los naturales en diferentes saberes, ciencias y habilidades para tener la mano de obra necesaria para emprender todo tipo de factorías,

Entre estas actividades fue la fundición de los metales y la conformación de campanas, desde entonces a la fecha, de manera oral, de generación en generación, el saber y la habilidad se han venido transmitiendo hasta nuestros días.

Actualmente la comunidad del Rosario Ocotoxco, es reconocida como la localidad en donde existen artesanos fundidores de campanas, pero diversos factores han contribuido a que la actividad aminore al grado de que las autoridades del antropología e historia en el país les tengan catalogados ya como una actividad en riesgo.

La primera cuestión de que queden muy pocos conocedores y practicantes de la disciplina, es debido a que, desde hace algunas décadas, estuvo sometida a un cambio de prioridades económicas que dejaron de lado labores del sector primario y se interesaron más en la industria, el comercio y los servicios y, por tanto, abandonaron la tierra y las artesanías como su actividad económica de primera línea.

Otra cuestión que contribuyó es que cambiaron muchas costumbres colectivas, por ejemplo, el dinamismo católico ha caído sensiblemente en las últimas décadas, eso implica que el dejar de ser la práctica religiosa una cuestión central en la vida comunitaria de la gran mayoría, los recursos económicos dedicados a tal fin han ido en disminución paulatina.

Además de que las localidades han dejado de invertir grandes cantidades en sus templos y por ello, en la restauración, mantenimiento o fundición de campanas, esto, combinado con los altos precios de los metales y demás insumos hacen la explicación completa del por qué los artesanos fundidores han perdido gran impulso.

 No dejó de lado que, ojalá pueda lograrse la iniciativa de convertir a la fundición de campanas como un patrimonio cultural inmaterial en riesgo, a efecto de que se activen diversos mecanismos nacionales e internacionales para proteger este saber de varios siglos de antigüedad.

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