LA REFORMA ELÉCTRICA Y EL CHOQUE DE NARRATIVAS
Por José Luis Ramírez Romero
La votación en torno a la Reforma Eléctrica del presidente Andrés Manuel López Obrador desató un interesante choque de narrativas.
Los detractores del jefe del Ejecutivo federal y de su partido, Morena, asumen como un triunfo político haber impedido que, con la iniciativa presidencial, se modificara la Constitución. Por ello, vale la pena hacer una valoración de sus posicionamientos.
El primero, y más obvio, es: “El fracaso de la iniciativa presidencial es una victoria de la oposición”.
La realidad es que el rechazo a la iniciativa del presidente deja intocados los problemas del sector energético, que tiene pendientes por resolver temas de corrupción y abuso, pérdida de soberanía y ausencia de estrategias de largo plazo.
Si la oposición se atribuye como una victoria la votación del domingo 17 de abril, demuestra que está más interesada en dividendos políticos y electorales que en defender a México de su vulnerable situación de dependencia energética, porque es irrefutable que la reforma de Peña Nieto dejó abierta la puerta al dominio del sector a trasnacionales.
Además, hay que recordar que no impusieron una mayoría legislativa en el Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, porque Morena y sus aliados lograron 275 votos a favor, mientras PAN, PRI, PRD y MC, 223 en contra.
Por otra parte, no se puede decir que el proyecto de protección energética de López Obrador fracasó, cuando el gobierno federal logró, con la reciente aprobación de la reforma a la Ley Minera, y con la validez de la Ley de Industria Eléctrica, por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, controlar la explotación estratégica del litio y fortalecer a la Comisión Federal de Electricidad.
En este punto no se debe perder de vista que hay de fondo una disputa por dos modelos distintos de nación: el modelo neoliberal y el modelo de Estado benefactor. Uno privatizador, a favor de los intereses del capital privado; y otro, de fortalecimiento de las funciones del estado para brindar bienestar social.
Un segundo posicionamiento es: “La oposición demostró que el Legislativo es un poder y no un empleado del poder”.
Es totalmente legítimo que un gobernante cuente con el respaldo de los legisladores de su partido, y que estos busquen acuerdos para impulsar sus proyectos políticos y de gobierno.
En este caso, la falta de acuerdos legislativos derivó en una votación insuficiente para los intereses del Ejecutivo federal, pero ello confirma que hay Estado de derecho, que ya no hay imposiciones, y que los partidos que no coinciden con el presidente tienen la libertad de disentir.
En términos pragmáticos, es un triunfo para la división de poderes.
Un tercer posicionamiento es: “La votación de la Coalición ‘Va por México’ anticipa resultados favorables en las próximas elecciones”.
Es engañoso asumir que un acuerdo legislativo puede tener efectos electorales. Por ahora, las negociaciones políticas de PAN, PRI, PRD y MC sólo han tenido efectos en la Cámara de Diputados federal, ya que las encuestas demuestran que la aprobación del presidente y de Morena es superior al de todos ellos.
Además, un importante sector de los mexicanos no olvida los resultados de sus gobiernos, y al impedir que la electricidad dejara de ser una mera mercancía para provecho del capital privado para convertirse en un derecho humano que favoreciera el desarrollo nacional, se refuerza la idea de que no han cambiado. Es decir, su decisión de bloquear la Reforma Eléctrica le ha dado razones a Morena para convencer a los ciudadanos de la necesidad de consolidar la Cuarta Transformación, ante el riesgo de que se unan para proteger el llamado modelo neoliberal sobre las necesidades del pueblo.
Y un cuarto posicionamiento es: “El presidente y Morena emprenden una campaña de odio contra quienes piensan diferente al llamarlos ‘traidores de la patria’”.
Si algo debe reconocer la oposición es que vivimos en un país de libertades, y en ejercicio de su libertad, ambas partes defienden sus posturas políticas. Era previsible que, en un contexto en el que López Obrador y su partido buscaron hacer de su reforma un hito a la altura de la Expropiación Petrolera, ambos presentaran como un acto de traición que la oposición protegiera los usos y abusos de la reforma de Peña Nieto.
Y si bien el manejo de la información de quienes votaron en contra de la reforma tiene un efecto polarizador, la oposición no es coherente al victimizarse por sufrir los efectos de una estrategia que ella misma utilizó hace años, ¿o ya olvidó cuando financió la campaña de odio contra López Obrador y lo declaró “un peligro para México”?
A manera de conclusión, se debe observar que el asunto de fondo es que, por más que se haga alusión a los pros o contras de la votación del pasado 17 de abril, no se ha dado respuesta a la sociedad sobre la necesidad de modernizar el sector energético para garantizar a los mexicanos el acceso a un bien estratégico para el mediano y largo plazo.