¿QUÉ PAPEL JUEGA LA OPOSICIÓN EN TLAXCALA?
Por: José Luis Ramírez Romero
En teoría, la oposición juega un papel importante en el desarrollo de la democracia cuando funge como contrapeso del poder, como instrumento de control al Gobierno. Pero en los hechos, esta función no se ejerce así.
En Tlaxcala, y hasta antes de 2021, tres fuerzas políticas habían llegado a la titularidad del Poder Ejecutivo: PRI, PRD y PAN. Sin embargo, los procesos bajo los cuales fueron desplazadas del gobierno, las colocan hoy en un escenario de crisis, debido a que, paulatinamente, se debilitaron, y ni aún en alianza fueron capaces de hacer frente a Morena en la elección del año pasado.
En este escenario, es evidente que Morena, como principal partido mayoritario, defiende un mayor número de intereses para coadyuvar con el gobierno estatal a garantizar condiciones de gobernanza y gobernabilidad, lo que le lleva a actuar con más responsabilidad política ante las coyunturas que los partidos minoritarios, los cuales asumen un rol de oposición determinado por sus posibilidades reales de acceder al poder.
En este proceso de pugna política, la oposición se llama a sí misma “constructiva” o “responsable” para mostrarse públicamente como elemento positivo y necesario en la conducción del ejercicio de gobierno. No obstante, tales calificativos resultan un eufemismo, porque enmascaran motivaciones destructivas e irresponsables.
La idea de oposición constructiva y responsable, en voz de partidos minoritarios, trata de anticipar un comportamiento político alejado de la confrontación como consigna. No obstante, la experiencia de las últimas décadas de transición democrática indica que la confrontación es la vía por la que estos institutos buscan significarse ante los ciudadanos.
Los partidos minoritarios enfrentan la disyuntiva de ser fuerza opositora para marcar diferencia frente al gobierno, o ser fuerza coadyuvante para cooperar e incidir en la toma de decisiones políticas. Y en el proceso de definir su ruta, instrumentan estrategias que, no solamente pueden servir para cuestionar la acción de gobierno, sino también su legitimidad, lo que politiza los problemas sociales, fomenta el negativismo en las coberturas noticiosas y polariza el sentir ciudadano.
Tenemos como ejemplo inmediato el posicionamiento del PRD ante la adhesión de liderazgos políticos a Morena y sus cuestionamientos sobre la supuesta falta de armamento en las corporaciones policiales de la mitad de los municipios.
La dirigencia estatal perredista denuncia que la 4T presiona a los alcaldes emanados del sol azteca para adherirse a Morena a fin de recibir un buen trato del gobierno estatal. Pero lo único que respalda tal acusación son las palabras del presidente del partido. Y esa es la misma evidencia que aportó para responsabilizar al gobierno estatal de que, presuntamente, policías de 31 municipios carecen de armas para enfrentar a la delincuencia.
En ambos temas, la situación se saca de contexto y, por lo tanto, no hay oposición constructiva ni responsable, porque acusar conlleva la obligación de probar: Morena se fortalece con la suma de liderazgos que dejaron de sentirse representados por sus partidos y sus dirigentes. Y esta maniobra, sin duda legítima, ha tenido reacciones desesperadas como las del PRD, que asegura que pronto anunciará la suma de ex militantes de Morena y otros partidos, como si ello tuviera el mismo efecto que sí tiene en la 4T. Por otra parte, la dirigencia perredista olvida que la responsabilidad primaria, respecto a la situación de seguridad en los municipios, es de los alcaldes, quienes, en varios casos, optaron por limpiar las corporaciones policiales para cubrir cuotas políticas, lo que implicó el despido de personal acreditado para portar armas.
Otro ejemplo es el de la nueva dirigencia estatal del PAN, que hace unos días exigió que se transparente la concesión para operar el restaurante-bar ubicado en la azotea del Museo de Arte de Tlaxcala, así como la relacionada con los autobuses del programa “Primero los maestros”, luego de que una de sus unidades se viera involucrada en un accidente que dejó como saldo una persona muerta y siete lesionadas.
Para el momento en que los panistas llamaron a cuentas ambos asuntos ya habían sido atendidos por el gobierno. Por un lado, el restaurante-bar La Terraza fue sancionado por incumplir las disposiciones de las autoridades de salud, y el tema de su concesión fue reconocido por la Secretaría de Cultura, por lo que, quienes tengan interés en conocerla, pueden recurrir a los mecanismos de transparencia que establece la ley. Lo mismo pasó con la empresa Alejandra, que opera los autobuses del programa, ya que la Secretaría de Educación Pública del Estado dio detalles sobre la concesión del servicio que tiene tras el incidente ocurrido en la carretera Emiliano Zapata-Lázaro Cárdenas.
Una oposición constructiva y responsable se ocuparía en atender las demandas de sus militancias y en proponer alternativas de solución al problema de la inseguridad, a partir de diagnósticos y no de percepciones. También podría plantear alternativas para reactivar la economía y generar fuentes de ingreso para los tlaxcaltecas, en el contexto de recuperación frente a la pandemia.
Es entendible que los partidos minoritarios decidan diferenciarse del partido mayoritario que está en el gobierno. Lo que no es admisible es que, en el fondo, lo hagan con acciones de mala fe, incluso desleales al diseño del propio sistema político, porque terminan estropeándolo. La rentabilidad electoral no debería estar por encima de los intereses de los ciudadanos, cuando ellos también son gobierno en los ámbitos en que los ciudadanos decidieron darles su confianza. Son las consideraciones éticas y normativas del comportamiento de la oposición las que deberían darle significado a su eventual actuación “constructiva” y “responsable”. Esa sería, legítimamente, su ventaja de cara a los ciudadanos y a futuros compromisos comiciales.