Opinión

Entre la libertad de expresión y la prensa vendida

El discurso que comenzó hace unos años a nivel nacional pega ahora a Tlaxcala, funcionarios públicos intolerantes a medios de comunicación y una ciudadanía que cree que los malos están en los periódicos, son un riesgo ahora para lo que alguna vez fue considerado el Cuarto Poder

Miguel Ángel Lara

“En Tlaxcala la libertad de expresión no se toca”, decía un cartel hace unos días, cuando medios de comunicación se manifestaron para exigir que no les pusieran una mordaza como ley, y se equivocaban, porque en Tlaxcala, como en México, la libertad de uno llega hasta donde se trastoca el derecho de los demás.

Las libertades tienen y deben tener restricciones, porque si no se convierten en libertinaje y habrá más problemas; la libertad de expresión también está regulada, pero, desafortunadamente, en ocasiones no lo sabemos.

En Tlaxcala, muchas personas han convertido su libertad de expresión en un arma que utilizan para lastimar los derechos de los demás, y han sabido combinar esa libertad con otra a la que llaman libertad de prensa, que, dicho sea de paso, tambipen tiene restricciones.

Sin la mínima intención de defender a nadie ni de culpar a otros, porque también formo parte de un medio de comunicación, he de decir que, por otro lado, está un discurso que desde hace unos años señala y criminaliza a quienes ejercen esas libertades, y es ahí donde, entre el derecho a expresarse y sentirse ofendido hay una línea muy delgada.

Vamos al ejemplo:

Recientemente se tocó el tema de un comunicador, reportero o ciudadano con un teléfono y un portal de Facebook, porque lo que importa es que ejerce su derecho a la libertad de expresión, que fue denunciado legalmente por un funcionario público, y el caso ya avanzó tanto que el señalado fue vinculado a proceso.

El argumento: supuesto daño a la imagen de una persona pública, que terminó con una sentencia en la que la Fiscalía estatal solicitó que el acusado se abstenga de utilizar sus redes sociales para publicar todo lo referente a quien se dijo afectado.

La reacción del ahora sentenciado fue que desde la dependencia local atentaron contra su libertad de expresión.

Entonces lo que decíamos al principio, la libertad de expresión llega hasta donde se lastima el derecho a la privacidad de los demás, considerando que, aunque se trate de un funcionario público, se le debe respetar su vida pública, su vida privada y su vida íntima, y saber diferenciar cada una de ellas porque, aunque sea la prensa, también tiene la obligación de llegar hasta donde las leyes se lo permitan.

El discurso que cambió todo:

“Prensa vendida”, “prensa chayotera” y por si fuera poco “si no estás conmigo estás en contra de mí”, fueron algunas frases que calaron cuando se dijeron y siguen calando porque sus efectos ahora se resienten en Tlaxcala, porque no ha sido una, sino varias las veces las que periodistas, reporteros y comunicadores se han visto amenazados por las propias autoridades y funcionarios públicos, principalmente en los municipios.

Y es que pareciera que, tal como dice la frase, la prensa es mala cuando no habla de lo que el alcalde, el regidor, el director de policía o quien sea quiere, y es buena cuando no solo resalta sus buenas acciones, sino que se vuelve más buena cuando alaga sus fracasos.

“Te voy a denunciar si publicas eso”, es una advertencia recurrente que apenas el fin de semana se volvió a escuchar, y es que un simple regidor ya tiene el poder de decidir lo que los medios de comunicación deben decir, para que no se las vean con la ley.

Eso, por supuesto, es el resultado de lo que quienes estuvieron en el poder le dijeron a quienes cuestionaban su actuar, sus decisiones y, obviamente, sus resultados.

Me atrevo a decir que es hasta cierto punto una especie de odio hacia la prensa por decir la verdad, por mostrar, mas no exhibir lo que está mal, por aclarar con evidencias que los funcionarios públicos no siempre tienen la razón y eso, es claro, les molesta.

Con mujeres al frente de los gobiernos y de las instituciones, lo menos que se puede esperar es que ese discurso que en un sentido machista impusieron algunos hacia las mujeres y los propios hombres desaparezca, que sea una mujer quien se muestre empática y erradique la violencia que han ejercido hombres hacia ellas y que, como grupo vulnerable, sean ellas las que pongan orden y paz, porque de otro modo los actos en contra de quienes piensan diferente y cuestionan, seguirán e incrementarán.

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