Mil 700 pesos diarios, cuota que deben entregar choferes de transporte público
Eso los obliga a conducir a exceso de velocidad y disputarse el pasaje, además de comprar refacciones baratas para que puedan ganar más
Mil 700 pesos es la cuota que cada uno de los conductores del transporte público debe entregar diariamente a sus patrones, los concesionarios, por trabajar en una unidad de la ruta Panzacola-Tlaxcala.
Esos mil 700 pesos son para el patrón, de ahí se debe sumar el sueldo del conductor, que dependerá de lo que él gane extra, y los gastos que resulten, por ejemplo, las refacciones, las multas, los pagos a los “gritones” y deben, además, ahorrar para tener la camioneta al día.
Es por eso por lo que cada conductor debe obtener, al día, al menos unos 2 mil 500 pesos de una jornada de trabajo que en ocasiones comienza antes de las 05:00 de la mañana y termina después de las 10:00 de la noche.
Las condiciones a las que están sometidos, por ejemplo, los tiempos medidos para trasladarse de un lugar a otro y las cuotas que les exigen sus patrones los obligan a conducir todo el día a exceso de velocidad, a disputarse el pasaje con conductores de otras o de la misma empresa y ruta, y a cometer infracciones de tránsito, como no respetar los semáforos.
Además, es responsabilidad de quien tiene la “combi” a su cargo ver que no le falten llantas, que esté bien de los frenos, de las luces, que acredite las verificaciones y todo lo demás, por eso también se ven obligados a comprar accesorios baratos y de mala calidad, que terminan por poner en riesgo a los usuarios.
Entrevistado por Abc Noticias, Ángel, chofer de la Ruta 6 que presta servicio desde la capital del estado hasta Papalotla, en los límites con Puebla, comentó que a veces los choferes ganan bien, sobre todo los fines de semana y días festivos, o cuando hay ferias o conciertos en la capital, pero no siempre es así, entonces tienen que aprovechar porque saben que todo es temporal.
En un día normal tienen que apresurarse todo el día para reunir la cuota, para un conductor de transporte público no hay tiempo para enfermarse, a veces ni siquiera para comer bien, “una torta o unas papas y un refresco hacen el paro”, dice, mientras conduce la camioneta que no es de él, pero que lleva trabajando 4 años.
“¿Ya escuchaste que las balatas rechinan? Bueno, es que les compramos de esas porque son más baratas, pero se cristalizan, pero nos duran más, hay unas más caras, pero tenemos que cambiarlas casi cada mes, estas se cristalizan, pero duran casi cuatro meses”, dijo.
Lo que Ángel quizás ignora es que unas balatas cristalizadas reducen su eficacia y dañan el vehículo, y también la cristalización es producto del sobrecalentamiento por el uso excesivo, o quizás sí lo sabe, pero como él mismo lo dijo, es para ahorrar.
Las llantas lisas es característico de las unidades del transporte público, pero cuando las cambian hacen todo lo posible por comprar las de menor costo.
Al final, las condiciones de trabajo, las exigencias de los empresarios transportistas, el querer ahorrar en refacciones e insumos terminan por afectar al usuario o al peatón a través de accidentes, de los que en ocasiones nadie se hace responsable.