OpiniónPORTADA

Tlaxcala: en proceso de gentrificación

Las autoridades están a tiempo de frenarla, la regulación es indispensable para hacerla menos nociva; Nanacamilpa y Huamantla son ejemplos de que ya está aquí, opina experto

El tema de la gentrificación, o el desplazamiento de las comunidades y sus habitantes provocado por la renovación de su infraestructura para convertirse en un espacio más adinerado o elegante se reavivó con la marcha del pasado 4 de julio en la Ciudad de México, sin embargo, no es nuevo y mucho menos algo que tenga poco de haber iniciado en México.

Tan es así que Tlaxcala, el territorio más pequeño del país, ya enfrenta ese proceso y tiene el riesgo de convertirse en una zona donde la llegada de personas con mayor poder adquisitivo, aunque poco a poco, ponga en riesgo a los habitantes originarios, o lo que es similar, a los verdaderos tlaxcaltecas.

Nanacamilpa es un claro ejemplo de la gentrificación en la entidad, aunque a estas alturas aún se pueda hablar de una micro-gentrificación, esta puede expandirse rápidamente y ser incluso incontrolable.

Las luciérnagas de temporada, aunque inofensivas, han sido una de las causas de este fenómeno en el municipio del poniente, por ejemplo, a través de la construcción de espacios de alojamiento como hoteles y la renta de casas o departamentos para los visitantes.

La dinámica de turistificacíon que hay en ese lugar se asemeja, aunque en proporciones mucho menores, a la de la Ciudad de México, por ejemplo, la de la colonia Condesa, donde el movimiento de la economía gira en torno a las actividades comerciales y de servicios para los turistas.

Eso provoca que se instalen hoteles, restaurantes y otros negocios que no son propiedad de las personas que viven ahí, pues ellos no tienen la capacidad económica para construir un edificio de 20 habitaciones, o pagar un chef que cocine platillos de autor.

Estos negocios son, por ende, de empresarios que compran las propiedades a los lugareños y que luego contratan a personas del pueblo para trabajar ahí; si bien eso genera empleos no beneficia directamente a la comunidad, pues las ganancias no son para las familias locales.

De Huamantla ya ni hablar, porque ahí es más claro el ejemplo, pero podemos decir que para allá va Ixtenco, Tlaxco, Cuapiaxtla y otros varios municipios que ya quieren invertir en turismo “rural” como recientemente se le ha llamado.

LA GENTRIFICACIÓN ES MALA, PERO SE PUEDE REGULAR PORQUE, AL FINAL, TODOS NECESITAMOS DINERO

La gentrificación es mala, opinó el periodista José Antonio López Sosa, experto en turismo y política desde hace más de una década, pero se puede regular, depende de las autoridades restringirla y no dejar que avance, sino más bien sacarle el provecho económico y diversificarla y distribuirla, no concentrarla en un solo lugar.

“En Nanacamilpa, por ejemplo, las personas que van a ver a las luciérnagas no tienen que quedarse y hospedarse ahí mismo, sino que una manera de distribuir las cargas turísticas, y el trabajo de los desarrolladores turísticos está ahí, es que vayan a las luciérnagas y que coman o se hospeden, por ejemplo, en Calpulalpan, o en Apizaco”, señaló.

Además, para evitar que las personas que viven en las comunidades o cabeceras municipales sean desplazadas a través de lo que tratamos anteriormente, será necesario legislar para que, en lugar de vender o rentar sus propiedades a emprendedores o empresarios foráneos, se conviertan en socios y los beneficios sean mutuos.

“Eso es parte de los acuerdos comerciales, por ejemplo, si yo vendo mi propiedad para que construyas un restaurante o un hotel, entonces te la doy a un precio preferencial pero déjame administrarlo u operarlo a mí, mientras tú ves tus otros negocios, pero no como empleado, sino como socio”, consideró.

“Si en Oaxaca se hubiera hecho algo al respecto desde que la gentrificación era como actualmente es en Tlaxcala, sería diferente y los pobladores no hubieran sido desplazados hacia la zona marginada. Hoy día los oaxaqueños no viven en el centro, viven en las orillas porque el centro, la zona comercial, es de empresarios y para los turistas”, comentó.

En Guanajuato y la Ciudad de México pasa lo mismo, por eso las marchas; en Tlaxcala, aunque el fenómeno ya existe, las autoridades están a tiempo de regularlo, no de frenarlo porque al final es un mal necesario, al final todo necesitamos dinero, lo que hay que hacer, y hay que empezar ya, es a poner orden, hacer leyes que lo regulen, políticas públicas que consideren a las personas que viven en esos lugares y convencer a los empresarios y foráneos de que todos se pueden beneficiar.

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