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Sarapes, herencia tlaxcalteca que actualmente se produce en la ciudad de Saltillo a 371 años

  • En julio de 1750, dos familias tlaxcaltecas introdujeron al estado de Coahuila, especialmente la ciudad de Saltillo, la producción de sarapes que hasta el momento se siguen produciendo 

El Coordinador de la Red de Museos del Instituto Tlaxcalteca de Cultura (ITC), Armando Díaz de la Mora informó que los sarapes, es la herencia tlaxcalteca que actualmente se produce en la ciudad de Saltillo del estado de Coahuila a 371 años. 

Diaz de loa Mora destacó en Twitter que el sarape de Saltillo es una prenda valorada en México y a nivel mundial por sus finas características, colores y tonos, que representan lo árido de esta región, así como sus amaneceres y atardeceres herencia traída por parte de los tlaxcaltecas que acompañaban a los españoles. 

Explicó que su fabricación inicio con la llegada de los tlaxcaltecas, cuando por tradición realizaron y llevaron los primeros sarapes como una costumbre, heredando sus conocimientos a los pobladores de Coahuila    

Dijo que una de las claves de este rompecabezas es la gran diáspora de 400 familias de Tlaxcala en 1591, que decidieron acompañar a los españoles en la conquista y pacificación de la llamada Gran Chichimeca, el macizo del altiplano centro-norte de México dominado por valientes y belicosos grupos como los chichimecas y los guachichiles.  

En San Esteban de la Nueva Tlaxcala, el barrio tlaxcalteca de la población de Saltillo, unas 80 familias tlaxcaltecas hicieron florecer el semi-desierto con huertas y multiplicaron las ovejas entregadas por los españoles, lo que hace suponer que ahí se establecieron talleres textiles. Existe una referencia del envío, en 1650, de dos maestros tejedores tlaxcaltecas a San Esteban de la Nueva Tlaxcala.  

El surgimiento y auge de los sarapes fueron seguramente favorecidos por el hecho de que las agrestes tierras del Gran Altiplano resultaron adecuadas para el llamado “ganado menor” (ovejas y cabras), así como por la consolidación de esas regiones, hacia 1750, de enormes latifundios con hasta 200 mil cabezas de ovejas, cuya lana se vendía hacia el sur del país.